Revista Pandora Brasil

"Imagens Espelhadas / Imagens Reflejadas"

Poemas - Edição Nº 100 da Revista Pandora Brasil - Agosto de 2019



Configuraciones e Inminencias

Mariano Pérez Carrasco



ÍNDICE DOS POEMAS





ES ABSTRACTO QUE PIENSE QUE HAY MUNDO

Es abstracto que piense que hay mundo: no lo hay:
hay calles como las que piso, y no calles: baldosas.
Es abstracto que piense que hay océano: no lo hay:
hay agua y espuma golpeando la playa, y no playa:
arena que se cansa y amontona, como todo lo cansado
se amontona: para olvidar – para olvidar el cansancio
de ser lo que se es y no otra cosa, y no todas las cosas:
no playa, ni ciudad, ni océano...
y ni siquiera arena,
y ni siquiera barco,
y ni siquiera vela obligatoriamente melancólica que enreda el viento,
el viento que es quizás lo solo existente,
lo solo que se mueve por sí mismo y que no llora ni se amontona,
el viento que no gime,
ni habla, ni susurra, ni escucha,
que es como un dios que no siente y no observa.

Nosotros somos quienes lloramos desde nuestras galerías,
desde el horror de ser concretos y tener galerías y oquedades.

Espeleólogo de frente amarilla que me recorres por dentro,
almas a quienes no veo y me hurgan con sus luces:
arránquenme con la luz de esta ciudad abstracta que alguien construye,
afuérenme de todas estas intelecciones,
quítenme el sentir de la melancolía y el tiempo a quien nada nombra (ni el adiós),
déjenme desierto en la abstracción de todos mis abstractos concretos.

Y, sin embargo,
camino por las calles de esta ciudad como si fueran calles,
como si yo fuera algo definible por estar caminando,
por tener un libro bajo el brazo,
y una vaga sonrisa melancólica, más triste que lo que aparenta y lo que siente.

Porque soy desesperadamente concreto con desesperación silenciosa;
porque soy intelectualmente otro (u otra cosa)
con un frío de helada materia en la sangre –
en la sangre del espíritu que también sangra.

Y todo esto es increíble,
porque no se cree sino en el ruido de los tacos que avanzan,
¡Dios mío! ¡avanzan, avanzan, avanzan!
y siempre hacia adelante, ciegos e intercambiables como monedas,
o libros, o casas, u órganos vivos de un hombre muerto.
¡Muerto, Dios mío: muerto! Ni yo en mis peores momentos
comprendo lo que digo cuando digo muerto.
Comprendo, sí, que hablo de lo que no entiendo,
y la ciudad me pertenece en su abstracción y es yo,
un yo con mayúscula de yoes plurales y sórdidos,
¿por qué sórdidos? ¿eh? ¿por qué?
Y sin embargo observo esas miradas
lánguidas como velas viejas en una noche de viento y nieve,
esos torsos amarillos y verdes, de espaldas curvas de sillón de oficina...

¡No! ¡Ya no! No más...
observar lo que me huye y me pasa y no me observa,
como si yo fuera la fachada de una casa demasiado común para ser mirada...

Déjenme ser abstracto en mi concreción de calles muertas.
Déjenme definirme en el silencio,
y no ser nada, ¡nada, Dios: nada!
ni las hojas embriagadas que el árbol lanza como congojas hacia mi ventana.


MELODÍA DE MADRUGADA

Tal vez buscas tu sombra, no tus sueños.
La lluvia de esta tarde puso un hueco
de silencio sin nombre en tu garganta.
No es el final; en un instante todo
será igual que ayer y que mañana.
La tragedia fue el llanto de la tarde
que arrancó con el viento tus palabras.
Ahora es el silencio nuevamente.
Ahora es que la angustia te empujó
a arrojar hacia nadie tus palabras,
a querer conservar como una rosa
(o un perfume, o un gesto de perdón)
la música sutil de la tristeza
que envuelve con la lluvia tus deseos
y te deja en la noche, inútil lámpara,
buscando como un ciego entre las sombras.


INSOMNIO

Nuevamente la angustia y el silencio.
La palabra ya no; el pensamiento
que salta en el vacío, una araña
que teje involuntaria con sus hilos
este enigma del tiempo: tu destino.

Nuevamente ese rostro que te mira,
Narciso incomprensible, y no sos vos.

Nuevamente la angustia sin sentido.

En tu casa te escapan los espejos:
la imagen del silencio te acorrala.

¿Cuándo traerá por fin el horizonte
el consuelo final de la mañana?


LA VENTANA

El tiempo en la ventana. Es el pasado
que vuelve en el silencio de esta tarde
con sombras que se expanden en los bordes
de la luz, y en el frágil equilibrio

de las hojas que esperan en la punta
de un árbol que el otoño ha olvidado;
así las mariposas que en los días
de tu niñez ardían y existieron

como humilde milagro contra el sol,
fueron pocas palabras que enseñaron
a decir los rituales de las cosas.
El otoño esta tarde se deshace.

Busco en el vidrio de las horas. Caen
las hojas y el silencio. Es la luz.


NO HACE FALTA NOMBRARTE PARA VERTE

No hace falta nombrarte para verte;
ni anunciar tu presencia para amarte.

Tu esplendor y tus llagas nos hospedan.
Y en tu interior, que es en todas partes,
sólo hay calma: el silencio es tu palabra.

Completamente ajeno a nuestras cosas.
El ruido de la vida no te toca.


ESPASMOS DEL SILENCIO EN ESTA ROSA

Espasmos del silencio en esta rosa
que lenta se deshace entre mis manos.

La rosa es la figura del azar
que un instante se fija y luego es caos.

El orden que construyes es apenas
ese instante sagrado, ese tal vez:
por aquella esperanza no abandones
el incierto momento en que la luz
se transforma en estrella, y la estrella
fija su luz en las constelaciones.

Día de gracia en que has podido ver
el orden aleatorio de las cosas:
el timbre de las sombras en las plantas,
las hojas, sus fugaces melodías,
y el tiempo que se fija –un instante,
un dibujo perfecto– entre las ramas.


La vida es esa breve melodía
que suena en ese instante y luego calla.


PACHECO

No quise llorar esos jardines,
                                               ni el oro
                       de aquellas tardes blancas
en que el niño jugaba entre las ramas
de los pinos inmensos bajo el cielo.

La pileta era un estanque y un oceano,
las abejas gravitaban en las rosas,
los colores de la tarde sobre el pasto
dejaban huellas, silencios, sombras.

El mundo era perfecto en su eterna
presencia e inmovilidad. La vida
era preciosa en su eternidad.

No quiero llorar. Ese inmenso jardín
de la infancia vive en mí
como una herida siempre nueva.


ESTA HUMILDE PALABRA ES EL SENTIDO

Esta humilde palabra es el sentido
de que siga existiendo, en esta tarde,
un sonido de amor en los objetos;

cenizas de belleza que se abren
para nadie, tal vez, o para alguien,
delicadas presencias de bondad,

vivencias de infinito;
                                                 flores
                       frágiles.


HASTA QUE VUELVA LA VOZ

Hasta que vuelva la voz
que en esta medianoche me enciende
y el sigilo de tus brazos
sea cuerpo de mi cuerpo
y el silêncio un insomne
compañero a nuestro lado.

Hasta que toda esta belleza
sea la inconfundible
certeza de un aquí
tus manos una danza
de tal vez permanente entre mis manos
y un ahora ese párpado que reza
al minuto que se extingue en nuestra piel
al deseo que nace
(mañana imperceptible)
en estas sábanas y acaso
sea posible
el prometido amanecer.


ABANDONA EL IMPERFECTO SONIDO DE LOS OTROS

Abandona el imperfecto sonido de los otros
abandona el rumor

También las estrellas se deshacen con arte
No permitas que el silencio
de tu carne se imponga
a la luz que en ella late
No permitas que la noche
se imponga a este sopor
de labios que te buscan

Otra vez esta tarde
es una maravilla entre tus párpados

Otra vez esta tarde
te da su extremaunción


DENTRO DE NOSOTROS NADA NOS HABLA

Dentro de nosotros nada nos habla
y esa nada que habla no es igual
al silencio

Dentro de nosotros una música
infinita nos habla de nosotros
y esa música es igual
al silencio

El silencio es esta luz
que lenta se deshace en mis pestañas

NADA HUYE EN EL TIEMPO

Nada huye en el tiempo
lo que huye es este yo

Esa hermosa quimera que invento
Ese objeto que es espejo
de mí y de mis deseos
esa humilde sucesión
de hechos Anecdotario
de sensaciones y sentimientos
fechables Todo eso
significa yo y en todo eso
soy yo el que desaparezco

Párpados fugitivos
Melodías del instante

Soy yo el que deshace y rehace
esa tela inconsútil de ser yo
Ese objeto que aprecio y que desprecio
que me envanece hasta volverme insoportable

Ese yo al que humillo
en este yo que soy
al que exalto en ese yo
perfecto póstumo e inalcanzable

Soy yo el que se ríe
del yo que es en este instante


SILENCIO LUZ OPACA EN LA PERSIANA

Silencio luz opaca en la persiana
tedio y tiemblo entre las sábanas

espejo de otras tardes en que el tiempo
era el juego sin fin de los abrazos y otras luces
se perdían como eco en la distancia
y un gemido se quebraba entre mis manos

Sombras y luces tiempo y distancia
el crepúsculo que crece en la persiana

El crepúsculo que crece en estas cosas,
estas calles,
Callao, Corrientes, Riobamba,
y el magnífico, el tranquilo
aroma provincial
adherido en las fachadas.

Colectivos, humareda,
hombres y mujeres que caminan
envueltos en pequeños sueños de grandeza,
discuten de política, de poética,
de la nueva cultura y de la vieja sociedad;
imaginan paraísos imposibles
y una luna impecable los alumbra.

Sorprende el infinito del cielo
sobre el río y las casas de Olivos,
y las pocas estrellas, enormes,
midiéndose con los carteles en Belgrano.

Este paisaje que describo (y la plaza
de Olivos, y la iglesia donde Cristo se compone
de mosaicos importados,
y la blanca catedral de San Isidro,
y el puerto con sus barcos de arena y sus escombros,
y el olor de las parrillas, y los gritos
de los hombres que hablan en el subterráneo),
cuándo este paisaje será un recuerdo,
fotografías e imágenes que habrán de conjurar
la caducidad inevitable de mi cuerpo

o de tantas horas que murieron
en esos objetos.

Este paisaje ha sido
un presente perpetuo.


NO TENEMOS MÁS PIEL NI MÁS SANGRE

No tenemos más piel ni más sangre
que esta piel y esta sangre que se apagan

Cristales claveles aire
y el silencio sagrado en que los amantes hablan

No tenemos más luz
que esta pura oscuridad de la carne

Somos el éxtasis en que nace el tiempo
y los párpados hacen huecos en el aire

Somos el brillante nacimiento de la luz
y el silencio del que nacen las vocales


ME HABÍA OLVIDADO, Y DE PRONTO

Me había olvidado, y de pronto
ya no sabía cantar. Las casas, las calles,
la danza de las sombras en las hojas.
Todo lo había olvidado. Todo.
La belleza de la tarde, el zumbido
del viento en los cristales. Todo.
La luna clausurada en el fondo del mar.
También la forma pura de las vocales,
y la línea de la música
que me enseñaba a callar.



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