Conocer las novelas de un escritor como Álvaro Mutis, leerlas, amasarlas y pensarlas es todo un proceso que conlleva a una reflexión acerca de la búsqueda del ser humano y un exilio perpetuo en el propio cuerpo. Algunos encierran su cuerpo dentro de un pequeño espacio, otros, profesionales de la huida, se adentran en los confines anchos de los ríos, mares y tierras para conocer a través del otro esa parte de sí mismos que está oculta o dormida. De Maqroll es difícil imaginar con exactitud su procedencia, su futuro y su lugar en el mundo. Él pertenece a todos los lugares y a ninguno, su inestable búsqueda le hace perder la identidad que todos poseemos asociada a una localidad geográfica determinada.
Álvato Mutis vivió y vive un exilio largo y prolongado, que ha terminado por convertir a su segunda tierra en un cuestionamiento de si la primera, la original, es realmente su patria y no esa otra, o las muchas otras. La saga de seis novelas del escritor colombiano [1] se compone de un recuento unido por un hilo argumental caótico, que conjuga aventuras y viajes por parajes exóticos, de cotidianidades truculentas, cuyo denominador común traza su influencia en la profundidad del alcance psicológico de los personajes durante la trayectoria. Los viajes tienen unas consecuencias de recorrido,que sin propósito o con él suelen desembocar en confines geográficos de reglas y latitudes indefinidas, de efectos alucinantes y vitalmente decisivos. Estas características generales dibujan a grandes rasgos la obra de Mutis, un escritor con un estilo propio y una riqueza discursiva reconocida.
MAQROLL, UN HÉROE SIN PATRIA
El héroe necesita irremisiblemente el viaje para buscar la aventura, exponiéndose de esta manera a las pruebas que le hacen legitimarse. Las semejanzas entre Maqroll y un héroe aventurero no son muy difíciles de advertir si se profundiza en la búsqueda constante de este personaje de nuevas y variadas maneras de ganarse la vida y encontrarse a sí mismo. La salida del sitio de origen (que suele ser resguardado y seguro) para internarse en un trayecto desconocido obedece en un principio a lo que mitológicamente hablando mencionamos como la llamada del héroe hacia la aventura.
Campbell (1991) nos expone:
El héroe puede obedecer su propia voluntad para llevar a cabo la aventura, como hizo Teseo cuando llegó a la ciudad de su padre, Atenas, y escuchó la horrible historia del Minotauro o Odiseo, que fue transportado por el Mediterráneo en los vientos del encolerizado dios Poseidón (p.60-61).
Nos detenemos brevemente en la figura de Odiseo como emblema del héroe viajero. De Cuenca hace una comparación entre Odiseo y Gilgamesh, ambos héroes peregrinos; uno en búsqueda de la vida eterna, el otro en búsqueda de su hogar y la batalla. Menciona en este punto el uso habitual del argumento del éxodo, tan frecuente en el héroe, que fue categorizado ya por Vladimir Propp (1928) en sus treinta y un funciones. De la misma manera, entre el punto común se pone de relieve la lucha y el esfuerzo evidentes en ambos héroes ante la multiplicidad de obstáculos ante los que se encuentran. Maqroll se asemeja a ellos en su condición de héroe exiliado, pero el exilio que nos plantea el personaje de Álvaro Mutis es el exilio habitual, plagado de aventuras y sucesos amenazantes que se hacen cotidianos por su recurrencia.
El viaje representa la aventura y la consecución exitosa de una empresa que amerita un desplazamiento, generalmente sacrificado y lleno de vicisitudes. Es el cambio en el tiempo y en el espacio, la promesa de escollos en el camino, las pruebas que generan la tensión necesaria en el relato. Hablando un poco de los aspectos generales del héroe que pueden equipararse a Maqroll el Gaviero; estos viajes epopéyicos se emparentan con el recorrido del héroe a través de sus distintas etapas de desarrollo, son metáforas de la vida del hombre; no hay estancamiento en el viaje, las travesías representan siempre un avance hacia un estado distinto de aquél desde de donde se parte.
LA NIEVE DEL ALMIRANTE
Publicada en 1980 es la primera novela de una saga que lleva el nombre de Empresas y tribulaciones de Maqroll el Gaviero. El personaje principal, Maqroll, distingue a Mutis de cualquier otro escritor hispanoamericano por su peculiar personalidad y construcción estética. La primera vez que aparece Maqroll en algún texto del colombiano es en el poema La oración de Maqroll, en Summa de Maqroll el Gaviero, poesía reunida.De la poesía a la prosa, Álvaro Mutis inaugura una aventura marcada por la especial visión del personaje y sus reflexiones. La obra está construida en primera instancia en forma de diario, en ella se describe el recorrido que hace el Gaviero a lo largo del río Xurandó. El espacio temporal que describe el diario oscila entre el marzo 15 y 29 de junio, por lo que la travesía dura exactamente 106 días, de los cuales solo 31 días son referidos. Estas crónicas están complementadas por textos fragmentarios que refieren las aventuras, momentos, períodos y reflexiones que vive Maqroll durante sus múltiples viajes.
Nos encontramos ante una estructura de dos niveles narrativos que varían según la clasificación de las narraciones. Un narrador, en primer lugar, que, por los indicios intertextuales y paratextuales, puede ser identificado con el escritor Álvaro Mutis, pero que se identifica según la clasificación de la narratología como narrador en primera persona que cuenta su experiencia u homodiegético. En segundo lugar, el autor de unos manuscritos que, en forma de diario, relatan la travesía a lo largo del Xurandó en búsqueda de los aserraderos que darán, como es sabido, una supuesta ganancia económica. El personaje narrador de estas aventuras puede catalogarse también como homodiegético. Sin embargo, la obra en su conjunto es heterodiegética, ya que hay varios narradores que construyen una historia total.
La nieve del Almirante se nos presenta como el diario de un viaje terrible, grotesco, descomunal y onírico. La realidad mutisiana es representada a través del inventario de un viajero sofocado en medio del fracaso circundante de su trayectoria. En esta novela cada lector se encuentra con el reto primigenio de aprehender una sensación en primer lugar hermosa, por la extrema riqueza de imágenes; en segundo lugar incómoda, por lo inasible de las revelaciones encontradas en sus líneas.
La obra tiene un efecto latente en el lector, la razón puede encontrar su causa en la constante concomitancia de espacios reflexivos que tienen que ver poco y mucho con los acontecimientos acaecidos al personaje. Hay elementos sujetos a la metáfora que abren un mundo construido con los mismos argumentos y descripciones de la obra.
Para Paz, 2001, p. 131:
El paisaje espiritual y físico del Gaviero es insoportable de varias maneras (…) la precisión en el horror chabacano; la alianza del esplendor verbal y la descomposición de la materia, la descripción de una realidad anodina que desemboca en revelación, apenas insinuada de algo repugnante...
Lo repugnante se confirma en la estética del deterioro que defiende Hernández, en la mirada anacrónica de Porras, en la fértil miseria de Guillermo Sucre. La visión panorámica de la obra de Álvaro Mutis siempre desencadena en algo más profundo que está relacionado con un intento de develar los secretos de la existencia. Cada palabra que Mutis emplea en esta novela y que representa (en un conjunto) al espacio, enumeraciones descriptivas y núcleos narrativos, posee un extraño poder magnético no literal fabricado por todos los objetos y cosas que componen el exótico mundo de Maqroll el Gaviero.
El Gaviero habita un mundo poblado de mitos, viajes al pasado y situaciones marginales que crean un ambiente con su propio lenguaje, ese que busca ser un instrumento de comunicación de una construcción cultural. Mutis, en La nieve del Almirante, presenta, dentro del panorama de la literatura hispanoamericana, la conciencia abrupta de la identidad cultural, de la internalización de un mundo cierto, que ha estado siempre allí y que se nos presenta como brutal, condensado las formas ruines que conviven en el mundo, junto con lo bello y excepcional.
EL EXILIO EN LA NIEVE DEL ALMIRANTE
Para Maqroll en La nieve del Almirante la selva entraña también su forma de comunicación, aquella que hace entender más profundamente los resquicios de la realidad, el exilio en esta novela es extremo puesto que el ambiente de la selva le impide la comunicación y el contacto con el mundo cotidiano. El contacto con otros personajes, que pudieran parecerse en cierta medida a él, es una forma de identidad y de comprensión de sus semejantes. En medio de este aislamiento extremo, de estímulos repetitivos, que hacen al Gaviero vivir casi rozando la locura, están las experiencias vividas, los días andados. Mutis, a través del Gaviero, construye una cultura propia que también es parte de todos los profundos adentros de las reflexiones de cada uno de nosotros. Todo esto conforma la construcción del exilio de Álvaro Mutis, esa búsqueda de la identidad que no siempre tiene las respuestas en lo occidentalmente correcto. La identidad de la cultura particular se crece en el viaje hacia los sitios desconocidos, los vagagundos errantes tal vez tengan todas las respuestas de una patria realmente cierta.
La patria de Maqroll está en sus ojos, unos ojos que solo Mutis tiene el privilegio de mirar. Muchas veces podemos advertir que en las narraciones sobre los episodios de Maqroll, Álvaro Mutis se encuentra ubicuo, no solo como autor, sino como elemento difuso pero presente en las andanzas del Gaviero. El acto creativo hace que se reconozcan autor y personaje en las múltiples rutas reencontradas; ese acto de enunciación que provee la exploración genera constantemente la reestructuración identitaria entre el personaje y el autor. Para Panabiere hay una distinción entre la conquista, el descubrimiento, el extrañamiento ante lo nuevo y aquello que se reencuentra. Los reencuentros son formas de eternos retornos. Maqroll, al igual que Ulises, está siempre volviendo en sí mismo, reencontrándose.
Hernández establece una comparación entre los héroes de García Márquez y los de Mutis; tanto Buendía como Maqroll se encuentran vagando en dimensiones variadas que tienen que ver más con el tiempo que con otra cosa: “En uno como en otro anda vagando el héroe de pretéritas guerras (…) como el mito de Sísifo el poeta está condenado a llevar la piedra hasta la cima”(1996, p.53). Hay siempre un nuevo comienzo y las siete novelas de Mutis lo corroboran con la variedad de aventuras y ámbitos geográficos en las que se desenvuelven los personajes. Maqroll en algunas de las producciones narrativas es solo un personaje marginal, pese a esto, se confirma su constante trajinar e incursión en empresas de riesgos épicos. Los riesgos se manejan de manera tangencial y focalizada. En La nieve del Almirante Maqroll es el protagonista de la aventura, al contrario de otras novelas como Abdul Bashur, soñador de navíos o La última escala del Tramp Streamer, en donde aparece como interlocutor o actor secundario.
Las siete tramas que conforman Empresas, no cierran las andanzas de Maqroll, de hecho ninguna novela lo hace. No hay una certeza que asegure el fin último, ni siquiera en su discutida muerte, En los esteros, el apéndice de la novela Un bel morir. Con respecto a su nombre, su itinerante vida y sus costumbres se ha dicho mucho. Para empezar la palabra Gaviero, que acompaña a su designación inubicable, tiene la hermosa de connotación del visionario, que, trepado en el mástil de una embarcación es capaz de ver más allá.
Su sabiduría, adquirida a través de la dignidad otorgada por los fracasos y el trajinar constante, lleva su visión más allá de los días presentes, horas habituales, resguardos. Esta perspectiva hace que metafóricamente se le otorgue la cualidad de tener una aventajada posición. El tino de Mutis para colocar este adjetivo del Gaviero es consistente con las acciones del personaje, y, sobre todo, con sus revelaciones. Con respecto a estas revelaciones Canfield (2001) expone:
Maqroll ha asumido sobre sí todo el dolor de Mutis y ha llevado hasta sus últimas consecuencias su indagación existencial sin retroceder ante nada, para donar a su creador el raro fruto de esa larga y desordenada cosecha: el conocimiento (p. 97).
Lo expuesto por Canfield nos asoma el dolor como un indeleble instrumento que lleva al Gaviero a introducirse dentro de las profundidades de su alma. Las miserias internas, descubiertas y asumidas, el paso del tiempo como una irrefrenable desdicha, la inutilidad de lo perdido en quiméricos proyectos que aceleran el proceso de desgaste del ser. Las revelaciones dejan siempre certezas que se adentran en la psique con el paso del tiempo. Casi toda la crítica ha acentuado este aspecto de Maqroll.
Todos de retos y aventuras, se conjugan con lo exótico del ambiente, las situaciones límite. Bizzarri, en su artículo La ruina de la novela de aventuras en el ciclo de Maqroll el Gaviero nos presenta lo siguiente con respecto a la introspección del personaje:
En las meditaciones del Gaviero, el destino dudoso de los héroes y sus hazañas se señala como centro propulsor de la narración mutisiana. Y el dato axiomático de partida es la melancólica sentencia de muerte del epos, de la que el ciclo de Maqroll viene a ser una sagaz problematización (2002, p. 164).
Evidentemente el personaje se somete a un estado de abandono ante cualquier circunstancia; que tiene que ver con la melancolía, la muerte y el derrotismo. El hecho de que las reflexiones sean editadas configura la obra en una estructura apta para el pensamiento y el balance de los acontecimientos de la vida en relación con las aventuras del personaje. Tal vez de todas las obras que componen la saga de Empresas es ésta la más reflexiva. Al ser el espacio de la trayectoria muchas veces repetitivo y adverso en cuanto a lo inconfortable y monótono se escribe el diario con una intención de desahogo testimonial, que empuja al balance reflexivo.
El espacio de la selva pudiera haber sido un desencadenante para escribir el diario. Advertimos en el personaje una ductilidad especial para el registro de los acontecimientos que le ocurren. Es el fastidio de la selva un estímulo importante pero, considerando que autor y personaje se confunden muchas veces mirándose reflexivamente en el espejo, tenemos como resultado a un Maqroll escritor, profundo, introspectivo, que necesita decir lo que le ocurre, a Flor Estévez, a alguien. Este es el registro del exiliado, su psicología solo puede conseguir un orden a através de la escritura, la ubicación geográfica distinta le despoja de las posibilidades de identificación, es la escritura entonces la catarsis identitaria disponible, la única, si se considera al exiliado un ser perdido, marginal, lleno de confusiones y preguntas.
Las elecciones del Gaviero ante los acontecimientos de la vida se suceden siempre ante la necesidad del cambio. Por mucha fascinación que tuviera el Gaviero por Flor Estévez se presenta la primacía del impulso hacia el cambio de climas y espacio, este cambio propulsa también la tendencia al exilio del personaje; como habíamos hablado en un principio sobre el principio interno; en este caso el verse en un ambiente nuevo impulsa a Maqroll a la aventura. En el preciso instante de estar seguro de emprender la empresa se da cuenta que todo tendrá un desenlace fracasado. En este caso el personaje sigue con su travesía, esta incorregible condición de daño infringido a sí mismo, diferencia al propósito del exilio donde se busca siempre un sitio mejor, alejado del sitio que conoce. Maqroll busca las propuestas de negocios que emprender; primero para ganarse la vida; segundo para encontrarse con las geografías tropicales:
Un señor llegó en un camión a la tienda de Flor Estévez y contó lo de la madera: que se podía comprar en un aserradero situado en el límite de la selva y que, bajando por el Xurandó, podía venderse a un precio mucho más alto en los puestos militares que estaban ahora instalando a orillas del gran río. Cuando secó la llaga y con dinero que me dio Flor, bajé a la selva, siempre con la sospecha de que había algo incierto en toda esta empresa. El frío de la cordillera, la niebla constante que corría como una procesión de penitentes por entre la vegetación enana y velluda de esos parajes me hicieron sentir la necesidad impostergable de hundirme en el ardiente clima de las tierras bajas (Mutis, 2008, p. 25).
Se confirma la actitud de recelo ante lo incierto de la empresa. La duda no detiene la sospecha de que aquella situación, que en principio pinta mal, se irá sucediendo a manera de tragedia. Podemos establecer de esta forma varios aspectos que ya mencionábamos anteriormente y que tienen que ver con la inclinación de Maqroll hacia el Tánatos. Es el direccionamiento y la autoimposición de un recorrido que se antoja al personaje como incierto. Ricardo Cano Gaviria en su artículo Dieciséis fragmentos sobre Maqroll el Gaviero hace referencia al cuento de Lord Dunsany, Carcasona; cuento que trata de un joven rey que decide hacer un viaje hacia la provincia de Carcasona, precisamente porque es advertido por los Hados que no llegará jamás. Maqroll, al igual que joven rey, se arroja a una aventura que sospecha incierta e infinita.
La infinitud y el espacio de lo inacabable vienen signados por el desconocimiento del sitio de llegada, e incluso, el desconocimiento de la existencia de un sitio de llegada. Maqroll confirma que las expectativas de fracaso son cada vez más certeras a medida que en el diario avanzan los días y los acontecimientos que se van sucediendo en el viaje se hacen oscuros e incómodos. Este clima de aciagas sensaciones inmiscuye ya no solo al Gaviero, sino al editor del diario y también al lector. De esa forma la muerte, el fracaso, la frustración y el encarcelamiento (delimitado por los barrotes de la selva) van forjando paulatinamente el ambiente físico y emocional de todos los participantes de la aventura desarrollada en medio de este espacio geográfico aprisionante.
La prisión que se va construyendo en la psique de Maqroll termina por hacerle abandonar todo el interés por la empresa. Otra característica del personaje viene dada por una falta de propósitos continuados. En Ilona llega con la lluvia se evidencia esta situación a pesar del éxito obtenido en el negocio proxeneta ideado por Ilona, la transitoriedad se convierte siempre en regla y anhelo. La desgracia y el fracaso terminan por ser la vuelta de tuerca que desencadena los motivos de huida. Esto se evidencia con la estafa que representan aquellos aserraderos; Maqroll, en vez de enfadarse, arrepentirse y frustrarse como normalmente podría esperarse de alguien que ha invertido unos meses de su vida y dinero en un negocio absurdo; opta por la huida como exculpadora de cualquier tipo de error. De esta manera Maqroll se purifica con el escape. El siguiente pasaje se ubica en junio 2, último mes del viaje por el Xurandó:
Me he quedado pensando en lo que dice el Capitán y me he dado cuenta que he perdido por completo el interés en este asunto de la madera. Me daría igual que nos devolviéramos ahora mismo. No lo hago por pura inercia. Es como si en verdad se tratara solo de hacer este viaje, recorrer estos parajes, compartir con quienes he conocido aquí la experiencia de la selva y regresar con una provisión de imágenes, voces, vidas, olores y delirios que irán a sumarse a las sombras que me acompañan, sin otro propósito que despejar la insípida madeja del tiempo (Mutis, p. 69).
Describir a Maqroll en esta aventura es describirlo en todas y cada una de sus empresas. Un hombre que se embarca en medio de un insólito viaje y que de antemano prevé la catástrofe es un personaje que por profundo necesita distintas categorías descriptivas. En medio del abandono a una aventura se esconde la reflexión profunda sobre el curso completo de una vida y su trascendencia, interiorizada de por sí como fútil. Se dibujan los rasgos de este personaje. Su completa faz es apenas esbozada en las siete novelas que componen la saga y que ya hemos mencionado.
Otra característica destacable de Maqroll ha sido señalada por Canfield (1993, p. 38-39) y tiene que ver con las señales corporales que ostenta y que denotan metáforas de la esencia maqrolliana. Decimos metáforas, porque el personaje de Mutis ha sido pensado para traspasar la idea del viajero, más que un humano, Maqroll es un ente que muere y vuelve a nacer. Es la llaga, de hecho, un motivo para que permanezca en ese sitio: necesita curarse. Este signo estigmático Canfield lo relaciona con la llaga de Ulises estableciendo las similitudes que corresponden a la condición de viajeros de los dos personajes:
Como Ulises, Maqroll lleva una herida secreta y profunda, marca indeleble de la misma peregrinación que lo obliga a cortar de cuajo las raíces que lo aferraban a la tierra que ama, cicatriz de la extirpación, que, cada tanto, se abre y duele en la nostalgia de lo perdido y lo soñado, llaga de la conciencia por donde aflora, en particulares circunstancias, el mundo naufragado en el inconsciente (1993, p.36).
Por otro lado, la autora establece las ya consabidas relaciones que la crítica ha presentado entre Marlow y Maqroll. La influencia de Conrad sobre Mutis es evidente, ha sido destacada por muchos críticos, en especial por Canfield. Cobo Borda destaca entre la cronología biográfica del autor la lectura temprana del Corazón de las tinieblas; incluso en la entrevista hecha por Eduardo García Aguilar en el libro de Celebraciones y otros fantasmas; el mismo Mutis hace referencia a la influencia destacada de Conrad en su obra. Es curioso mencionar un fragmento de un análisis que realiza Todorov sobre la novela de Conrad: “La subida por el río es entonces un ascenso a la verdad, el espacio simboliza al tiempo, las aventuras sirven para comprender” (p. 189). Podemos extrapolar perfectamente sus palabras a la obra mutisiana. La temática del viaje, el héroe que llega a internalizar las aventuras que en primera instancia se dan en su interior establecen las constantes similitudes entre Mutis y Conrad.
Volviendo a las consideraciones de Canfield, quisiéramos terminar este intento descriptivo del Gaviero con su ubicación como arquetipo. Canfield clasifica al Gaviero como Puer Aeternus, dentro de los arquetipos inconscientes manejados por Jung. El Puer Aerternus es aquél eterno adolescente que siempre se embarca en las más variadas aventuras; su búsqueda de la estabilidad es remota y puede ser homosexual o Don Juan (en este caso es Don Juan). La autora relaciona el carácter arquetípico de Maqroll con su inmortalidad: “En otras palabras, quien descubre un arquetipo, puede ser, como Maqroll, ‘inmortal mientras esté viviendo’ ” (1993: 36).
En La nieve del Almirante el personaje de Maqroll se funde de manera más profunda consigo mismo y devela su alma; al fin y al cabo la escritura en forma de diario siempre es proclive a desarrollar los monólogos internos, que son los que descubren a los personajes verdaderamente. Siempre hay posibilidad de elucubración cuando existe el disimulo social y un narrador testigo y en este caso, el Maqroll del diario es el Maqroll enunciado; el aventurero, el Mutis encubierto, el incansable viajero y el eterno exiliado.
BIBLIOGRAFÍA
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PAZ, O. (2001). Los hospitales de Ultramar . En: Caminos y encuentros de Maqroll el Gaviero . Barcelona: Áltera. Págs. 129-134.
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NOTAS
[1] La nieve del Almirante, Ilona llega con la lluvia, Un bel morir, La última escala del Tramp Steamer, Amirbar, Abdul Bashur, soñador de navíos, Tríptico de mar y tierra.