MANUEL MAGALLANES MOURE

 

Ø     Adoración

Ø     ¿Recuerdas?

Ø     Aquella tarde...

Ø     Ella dice :

Ø     Apaisement

Adoración


Tus manos presurosas se afanaron e luego,
como un montón de sombra, cayó el traje a tus pies,
y confiadamente, con divino sosiego,
surgió ante mí tu virgen y suave desnudez.

Tu cuerpo fino, elástico, su esbelta gracia erguía.
Eras en la penumbra como una claridad.
En un cálido velo que toda te envolvía,
la inefable dulzura de tu serenidad.

Con el alma en los ojos te contemplé extasiado.
Fui a pronunciar tu nombre y me quedé sin voz...
Y por mi ser entero pasó un temblor sagrado,
como si en , desnuda, se me mostrara Dios


Apaisement

Tus ojos y mis ojos se contemplan en la quietud crepuscular.

Nos bebemos el alma lentamente y se nos duerme el desear.
Como dos niños que jamás supieron de los ardores del amor,

 en la paz de la tarde nos miramos con novedad de corazón.

Violeta era el color de la montaña. Ahora azul, azul está.

Era una soledad el cielo. Ahora por el la luna va.
Me sabes tuyo, te recuerdo mía. Somos el hombre y la mujer.

Conscientes de ser nuestros,
nos miramos en el sereno atardecer.

Son del color del agua tus pupilas: del color del agua del mar.

Desnuda, en ellas se sumerge mi alma con sed de amor y eternidad.


Ella dice :

Sus ojos suplicantes me pidieron
una tierna mirada, y por piedad
mis ojos se posaron en los suyos...
Pero él me dijo : ¡más!

Sus ojos suplicantes me pidieron
una dulce sonrisa, y por piedad
mis labios sonrieron a sus ojos...
Pero él me dijo : ¡más!

Sus manos suplicantes me pidieron
que les diera las mías, y en mi afán
de contentarlo, le entregué mis manos...
Pero él me dijo : ¡más!

Sus labios suplicantes me pidieron
que les diera mi boca, y por gustar
sus besos, le entregué mi boca trémula...
Pero él me dijo : ¡más!

Su ser, en una súplica suprema,
me pidió toda, ¡toda!, y por saciar
mi devorante sed fui toda suya
Pero él me dijo : ¡más!


Dice el :

Le pedí una mirada, y al mirarme
brillaba en sus pupilas la piedad,
y sus ojos parece que decían:
¡no puedo darte más!

Le pedí una sonrisa. Al sonreírme
sonreía en sus labios la piedad,
y sus ojos parece que decían :
¡no puedo darte más!

Le pedí un beso, ¡un beso!, y al dejarme
sobre sus labios el amor gustar,
me decía su boca toda trémula :
¡no puedo darte más!
Le pedí en una súplica suprema,
que me diera su ser..., y al estrechar
su cuerpo contra el mío, me decía :
¡no puedo darte más!

 

 

Aquella tarde



A aquella tarde única se ha quedado en mi alma.
Su luz flota en la sombra de mi noche interior.

Sólo una fugitiva vislumbre en la ventana,
sólo un azul reflejo, nada más que un vapor de luz
que se filtraba por las breves junturas,
sólo un vaho de cielo, no más que una ilusión
de claridad fluyendo por entre los postigos.
Nada más que ensueño de aquel suave fulgor.

Sólo esa fugitiva vislumbre en la ventana.
No más. Y en la penumbra, libres al fin, tú y yo.
En silencio llegaba yo al fondo de la dicha;
con infantil dulzura, tú gemías de amor.

Sólo el azul reflejo de aquella tarde única.
¿No ves tú en la ventana? ¿No ves tú? Quizás no.
A caso no lo viste, porque cuando yo inmóvil
me quedé contemplando aquel suave fulgor,
tú en aquellos momentos de lánguido reposo
dormías dulcemente sobre mi corazón.

Veo la fugitiva vislumbre en la ventana,
oigo el ritmo apacible de tu respiración.
Te siento. En la penumbra te siento. Eres tú misma
que te duermes, ya mía, sobre mi corazón.




¿Recuerdas?



¿Recuerdas? Una linda mañana de verano.
La playa sola. Un vuelo de alas grande y lerdas.
Sol y viento. Florida la mar azul. ¿Recuerdas?
Mi mano suavemente oprimía tu mana.

Después, a al tiempo mismo, nuestras lentas miradas
posáronse en la sombra de un barco que surgía
sobre el cansado límite de la azul lejanía,
recortando en el cielo sus velas desplegadas.

Cierro ahora los ojos, la realidad se aleja,
y la visión de aquella mañana luminosa
en el crisol oscuro de mi alma se refleja.

Veo la playa, el mar el velero lejano,
y es tan viva, tan viva la, ilusión prodigiosa,
que a tientas, corno un ciego, vuelvo a buscar tu mano.

 

 

 

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