MARTA XIMENA RODRÍGUEZ
Con el sabor a membrillo
que dejaste en mi lengua
y con el tiempo agridulce
que circula en mis venas,
voy a hacerme un collar
de semillas y arenas.
Y lucirlo esta noche
solitaria y morena.
Sin ninguna tristeza,
sin ninguna esperanza,
quiero ser sólo hembra...
bronceada de estrellas.
Acunar tu recuerdo
y echarte de menos;
o quizás ya no amarte
altanera y risueña;
o pedirte bajito
que duermas conmigo
y lavar este tiempo
de uvas y piedras.
Fuiste dulce y amargo,
fuiste lejos y dentro:
que no sé si reír
o llorar tu recuerdo.
Que me amaste, lo sé,
que fui bella a tu lado
y tus manos araron mi cuerpo,
Ya lo sé,
ya al saberlo se llenan mis pechos.
Que te amé,
(¡Oh más bello de todos lo hombres!)
mi corazón me lo grita,
me lo grita mi sexo.
Y partiste un día
murmurando desiertos.
Yo no pude pararte,
no supe como hacerlo.
Me quede como sal,
olía a salitre,
mis uñas dolían,
mis huesos emanaban azufre,
y mis ojos,
cual dos esmeraldas de agua,
mojaron el piso
del hogar que fue nuestro.
Y saliste despacio.
Tan despacio que el tiempo fue eterno.
Hasta siempre mi amigo,
ojalá que sea te favorable el destino.
Ojalá Dios te ayude a encontrar tu camino.
ve tranquilo que ya no espero.
Aquí tienes un poco de pan,
aquí tienes un poco de vino.
Cuídate bien de los rayos solares
Y usa algo de lana cuando salgas al frío.