SOR JUANA INES DE LA CRUZ

 

(Juana de Asbaje y Ramírez; ¿648?-1695)

 

 

§      A una rosa

§      Este , que ves, engaño colorido

§      Miró Celia una rosa que en el prado

§      Diuturna enfermedad de la esperanza

§      Señora Doña Rosa, hermoso amago

§      Esta tarde mi bien cuando te hablaba

§      Detente, sombra de mi bien esquivo

§      Hombres necios que acusáis

 

 

Soneto CXLVII
A una rosa
 
 
En que da moral censura a una rosa,
y en ella a sus semejantes
 
 
Rosa divina que en gentil cultura
eres, con tu fragante sutileza,
magisterio purpúreo en la belleza,
enseñanza nevada a la hermosura.
 
Amago de la humana arquitectura,
ejemplo de la vana gentileza,
en cuyo ser unió naturaleza
la cuna alegre y triste sepultura.
 
¡Cuán altiva en tu pompa, presumida,
soberbia, el riesgo de morir desdeñas,
y luego desmayada y encogida,
 
de tu caduco ser das mustias señas,
con que con docta muerte y necia vida,

viviendo engañas y muriendo enseñas!

 

 

 

SONETOS FILOSÓFICO MORALES


I


Se refiere a un Retrato de la poetisa.

Este , que ves, engaño colorido,
que del arte ostentando los primores,
con falsos silogismos de colores
es cauteloso engaño del sentido;
éste, en quien la lisonja ha pretendido
excusar de los años los horrores,
y venciendo del tiempo los rigores
triunfar de la vejez y del olvido,
es un vano artificio del cuidado,
es una flor al viento delicada,
es un resguardo inútil para el hado;
es una necia diligencia errada,
es un afán caduco y , bien mirado,
es cadaver, es polvo, es sombra, es nada.

 

II


Entre la vejez y la muerte; escoge la muerte.


Miró Celia una rosa que en el prado
ostentaba feliz la pompa vana
y con afeites de carmín y grana
bañaba alegre el rostro delicado;
y dijo__Goza, sin temor del Hado,
el curso breve de tu edad lozana,
pues no podrá la muerte de mañana
quitarte lo que hubieres hoy gozado;
y aunque llega la muerte presurosa
y tu fragante vida se te aleja,
no sientas el morir tan bella y moza:
mira que la experiencia te aconseja
que es fortuna morirte siendo hermosa
y no ver el ultraje de ser vieja.


III

Da a conocer el efecto que produce la esperanza.

Diuturna enfermedad de la esperanza,
que así entretienes mis cansados años
y en el fiel de los bienes y los daños
tienes en equilibrio la balanza;
que siempre suspendida , en la tardanza
de inclinarse, no dejan tus engaños
que lleguen a excederse en los tamaños
la desesperación o confianza:
¿Quién te ha quitado el nombre de homicida?
Pues lo eres más severa, si se advierte
que suspendes el alma entretenida;
y entre la infausta o la felice suerte,
no lo haces tú por conservar la vida
sino por dar más dilatada muerte.


IV

SONETOS SATÍRICO -BURLESCOS

A la Rosa:

Señora Doña Rosa, hermoso amago
de cuantas flores miran sol y luna:
¿Cómo si es dama ya, se está en la cuna,
y si es divina, teme humano estrago?
¿Cómo, expuesta del cierzo al rigor vago,
teme humilde el desdén de la fortuna,
mendigando alimentos, importuna,
del turbio humor de un cenagoso lago?
Bien sé que ha de decirme que el respeto
le pierdo con mi mal limada prosa.
Pues a fe que me he visto en harto aprieto;
y advierta vuesarced, señora rosa,
que le escribo, no más este soneto
porque todo poeta aquí se roza.


V

De Amor y De Discreción:

Esta tarde mi bien cuando te hablaba,
como en tu rostro y tus acciones vía
que con palabras no te persuadía,
que el corazón me vieses deseaba;
y Amor, que mis intentos ayudaba,
venció lo que imposible parecía:
pues entre el llanto, que el dolor vertía
el corazón deshecho destilaba.
Baste ya de rigores, mi bien, baste;
no te atormenten mis celos tiranos,
ni el vil recelo tu quietud contraste
con sombras necias, con indicios vanos,
pues ya en líquido humor viste y tocaste
mi corazón deshecho entre tus manos.


VI


Detente, sombra de mi bien esquivo,
imagen del hechizo que más quiero,
bella ilusión por quien alegre muero
dulce ficción por quien penosa vivo.
Si al imán de tus gracias, atractivo,
sirve mi pecho de obediente acero,
¿Para qué me enamoras lisonjero
si has de burlarme luego fugitivo?
Mas blasonar no puedes, satisfecho,
de que triunfa de mí tu tiranía:
que aunque dejas burlado el lazo estrecho
que tu forma fantástica ceñía,
poco importa burlar brazos y pecho
si te labra prisión mi fantasía.

 

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HOMBRES NECIOS QUE ACUSAIS.

Hombres necios que acusáis
 a la mujer sin razón,
 sin ver que sois la ocasión
 de lo mismo que culpáis.

Si con ansia sin igual
 solicitáis su desdén,
 ¿por qué queréis que obren bien
 si las incitáis al mal?

Combatís su resistencia,
 y luego con gravedad
 decís que fue liviandad
 lo que hizo la diligencia.

Parecer quiere el denuedo
 de vuestro corazón loco
 al niño que quiere el coco
 y luego le tiene miedo.

Queréis con presunción necia
 hallar a la que buscáis
 para pretendida, Thais,
 y en la posesión, Lucrecia.

¿Qué humor puede ser más raro
 que el que, falto de consejo,
 él mismo empaña el espejo
 y siente que no está claro?

Con el favor y el desdén
 tenéis condición igual,
 quejándoos si os tratan mal,
 burlándoos si os tratan bien.

Opinión ninguna gana,
 pues la que más se recata,
 si no os admite, es ingrata,
 y si os admite, es liviana.

Siempre tan necios andáis,
 que, con desigual nivel,
 a una culpáis por cruel
 y a otra por fácil culpáis.

¿Pues cómo ha de estar templada
 la que vuestro amor pretende,
 si la que es ingrata ofende
 y la que es fácil enfada?

Mas entre el enfado y pena
 que vuestro gusto refiere;
 bien halla la que no os quiere
 y quejaos en hora buena.

Dan vuestras amantes penas
 a sus libertades alas,
 y después de hacerlas malas
 las queréis hallar muy buenas.

¿Cuál mayor culpa a tenido
 en una pasión errada,
 la que cae de rogada
 o el que ruega de caído?

¿O cuál es más de culpar,
 aunque cualquiera mal haga,
 la que peca por la paga
 o el que paga por pecar?

¿Pues para qué os espantáis
 de la culpa que tenéis?....
 Queredlas cual las hacéis
 o hacedlas cual las buscáis.

 

 

 

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