Ginés de Albareda
I
Una nieve enemiga del aroma,
enferma de blancura y desencanto,
me trajo la perfecta ordenación
de tu sonrisa ausente, confinada
en una encrucijada de silencios.
Perdida por leyendas y paisajes
de marineros y vendimiadores,
madurada de enigma y desengaño,
llegaste a las orillas de mi sangre
como una primavera equivocada
o un eco desasido de su grito
o una rosa cansada de ser rosa.
En el cuerno cascado de tu sueño
auroras deshojadas sin sentido.
Ni un leve corazón de golondrina
dió presencia de aleros y retornos.
Caminabas, perdida de ti misma,
lejos del tiempo entero del arrobo
en donde vivía mi secreto.
II
v
Un aroma del alto mediodía
que acecha por cigarras y limones,
y mi voz con abejas y mañanas,
y el viento codicioso de tu nuca,
te aceleró el camino de las venas
por corrientes de siesta y mariposas.
Y despertada en besos de ti misma,
con los brazos cargados de suspiros,
corriste por el túnel de mi sueño
hacia un paisaje firme de campanas,
hacia un dorado clima de violines
donde el orgullo se consume en llanto,
hacia un aire golpeado de amapolas
donde nunca se ha hablado de la muerte.
Detrás de tu mirada el mediodía
educaba violetas y metales.
Una presión huidiza de cerezas
golosamente duras y mojadas,
y un aire con pinar y ruiseñores,
te alcanzaron la forma del deseo.
El bosque de maderas gorjeantes
se llevó de la mano tu cuidado
por vereda de jaras y resinas.
Y desde entonces canta un niño alegre,
un niño alegre canta, por tu pulso.
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De:"Seis sonetos de Mallorca y un poema de amor", Ginés de Albareda.
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